Desde
que me he levantado esta mañana no me olvido de que hoy es otra vez sábado,
pero tampoco me olvido de que mañana tenemos en Andalucía una llamada, a la que
no debemos faltar, de acudir a las urnas a depositar nuestro voto, el que en
conciencia consideremos más justo y conveniente, lo que significa que hoy,
además de sábado, debe ser día de reflexión, de reunirnos cada cual con la
suya, con nuestra conciencia, y votar lo que nos parezca mejor para nuestra
sociedad. Lo de reflexionar y votar en consecuencia es algo que, en una tierra
dónde somos la mayoría, mayoritariamente viscerales, no suele ocurrirnos, pero
eso tiene poco arreglo y hay que apechugar con lo que no se puede remediar.
Por
mi parte, y como me conozco, lo mejor que puedo hacer es estarme reflexionando
para mí solita, y si otra cosa no, impedirme tener mala conciencia. Y dentro de
siete días será otra vez sábado y hasta es posible que me despache a gusto sin
remordimientos.
Por
delante un día de sol malagueño, y casi seguro, un cesto de níscalos recién
cosechados en los montes de Málaga por una panda de locas y locos amantes de
esta tierra.
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