Pues señor esto
era un “otra vez sábado” que sería bueno convertirlo en un cuento de Navidad.
Mucho me temo que, a pesar de lo propicio de las fechas y de mis buenos
deseos, como está el panorama a muy distintos
niveles, por mucho que revuelva el material de argumentación para reflexionar
del que dispongo, va a ser que me podrá salir cuento, pero lo que se dice
cuento de Navidad, al menos lo que me gustaría a mí como reflexión con aires de
cuento de Navidad al uso, para qué nos vamos a engañar, bonito y consolador
cuento de Navidad no me va a salir.
Porque vamos a
ver, si os digo que se ha arreglado lo de La Cónsula, es bonito, pero es un
cuento, y esto sólo como ejemplo de cuento, porque si levantamos la vista para
tener una mirada más amplia, entonces apaga la luz y vámonos. Así que lo mejor
sería contar sueños de futuro, y puesto que soñar es cosa de poetas, soñemos
con que mañana o a lo más pasado mañana, se reforma la Ley sobre Igualdad y
todos y todas la cumplen con la más absoluta fidelidad al espíritu de la Ley,
soñemos que a las generaciones más jóvenes se les proporciona una educación
exquisita en la que están colaborando y de acuerdo políticos, educadores y
madres y padres, soñemos que el mundo del trabajo funciona adecuadamente y sus
resultados se reparten con equidad entre empresariado y trabajadores, y ambas
partes contribuyen al sostenimiento justo de la sociedad, soñemos con que los
sectores de la Humanidad que por las razones que sean viven peor, no se vean
obligados a emigrar en las condiciones que han de hacerlo en la actualidad,
porque los sectores que viven mejor han entendido la necesidad de un
reequilibrio para el bien general, soñemos con que ponemos nuestros ideales, no
ya en acumular riqueza, si no en acumular bienestar, soñemos con que llegamos a
la conclusión de que el poder y el dinero no tiene que ser una meta si no un
camino, soñemos con que somos capaces de respetar y conseguir respeto sin
violencia. Y así podemos seguir soñando hasta el infinito y más allá. Y esto
que sí podemos considerar una meta, plantearlo como una acción personal que va
a dejar rastro. Conseguir seguidores y acompañantes en este camino es bonito,
pero por desgracia, esto sí que puede quedar en un cuento. Que sería, claro, un
precioso cuento de Navidad.
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