OTRA
VEZ SÁBADO
Llego
tarde, lo sé, pero la culpa no es mía. Es que anoche Morfeo, se ve que se
entretuvo por ahí y llegó tardisísimo, Y ya que llegó, tampoco era el caso de
ponerme tiesa y espantarlo; está visto que hace conmigo lo que quiere, así que
sin rechistar, nos enroscamos y hasta ahora.
Como
estoy relajada y casi feliz, voy a ver si sólo traigo a colación cosas
positivas, aunque no esté el patio pa muchos cohetes.
Anoche
por ejemplo, mientras esperaba a Morfeo estuve ojeando varios libros de poesía
por aquello de que, leer y sobre otras lecturas, leer poesía es el mejor
ejercicio que podemos hacer para que el cerebro no se nos atrofie. Y no me leo
a mí misma para no perder el tiempo, ya me conozco lo suficiente, y aunque se
dice que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, a la hora de hacer
gimnasia mental, mejor investigar en lo desconocido y seguir aprendiendo, que
releerme y repetirme. En fin, que me enganchó una mujer que conocía muy poco, pero que recomiendo en la seguridad de que os va a impresionar.
Se trata de Julia Burgos, una poeta portorriqueña que pasó por la vida y por la
poesía con la luz y la rapidez de un cometa. Su vida y su obra fueron breves,
pero brillantes, recomiendo su lectura, y, a mí personalmente anoche que estaba
predispuesta, me dejó sin aliento su poema “Yo fui la más callada”. A leerlo me
impulsó el título, lo de la más callada, me picó la curiosidad y nunca le
agradeceré bastante tanta belleza y sensibilidad.
Pues
se me está acabando el positivismo, y los rumores que me llegan son de apaga la
luz y vámonos. He puesto un momento la tv para ver las noticias y la he apagado
a toda prisa, he dado una ojeada a un periódico digital y cambiado a otro de
signo contrario para cerrar los dos. La Historia que hasta hace poco nos tenía
olvidadas casi en exclusiva a las mujeres, pero aunque de hechos de hombres,
era Historia, últimamente, con la ayuda inestimable de unos y unas, y otras y
otros, ha dado en llamarse un nombre compuesto que es la repera. Ahora se la
maneja y hasta se convierte en ley llamándola “MEMORIA HISTORICA”, que según sea quien nos la cuenta, los
contadores de una y otra versión parecen vivir en planetas distintos. Pero los
hechos, comulguemos con ellos o no, son los hechos, y más pronto o más tarde
las generaciones terminan colocándolos en su justo medio o casi. Y si no, si
pudiera hablar, cabría preguntarle a Ramsés II.
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